Hola mi amol, lo primero que te dice el policía de la aduana,
¿a dónde tú vá?...
que tenga buen viaje corasón...así recibe Dominicana...
Una semana, la de Soria (estupenda anfitriona), la de Toledo, el de Burgos, el de Castellón y la de Madrid...con un presupuesto de 20 euros al día, evitando Punta Cana y los bufets libres de pulserita.

Hemos tomado infinidad de jugos naturales, de melón, de chinola, de piña, con leche, con hielo...desayunado en los jardines de la ciudad colonial, saltado al vacío en las pozas de los veintisiete charcos, descubierto la pequeña y maravillosa Playa del Amor, buceado entre estrellas de mar enormes y pequeñitas, conocido y compartido el viaje con locales y extranjeros, dormido acogidos en casas de un pueblito de mar, desayunando con mermeladas de mil sabores hechas por ellos, sobornado al de la grúa para que nos devolviera el coche.
Nos hemos perdido por el día y por la noche, por pueblos y carreteras llenas de baches, admirado anonadados cómo bailan los dominicanos, parado en medio de la carretera para fotografiar a unas iguanas gigantes, hemos dormido en un hostal "equipado para otros fines" entre espejos, sonidos nocturnos y nuestras carcajadas, hemos bailado descalzos toda la noche en una macrofiesta tecno en la playa más turística, comido ceviche, sancocho y tostones cocinados de diferentes maneras, escuchado una y otra vez los temas del famosísimo Prince Royce hasta aprendernos los éxitos de la temporada.
Hemos cenado en un mirador espectacular con Sabina y Luis Miguel de fondo, bailado con los dominicanos y las dominicanas intentando aprender la diferencia entre bachata, salsa, cumbia y merengue, hemos analizado los increibles diseños de triquinis en la playa, tomado ron en el porche de unos amigos dominicanos mientras arreglábamos el mundo, aceptado una invitación a un café riquísimo en casa de una humilde familia que hemos conocido, hemos sido escoltados amablemente por un policía armado hasta un barrio "peligroso", tomado pollo en un puesto callejero donde los niños nos han pedido las sobras para cenarlas ellos, discutido con un policía corrupto que nos ha multado por ir seis en el coche, jugado al dominó en la playa, reído con un poli de dos metros que nos ha revisado el maletero, visitado un antiguo palacio para fiestas del dictador Trujillo que hoy es una iglesia evangélica donde cantan los domingos por la mañana, tomado cerveza Presidente en una playa desierta a la luz de la luna, bailado en unas ruinas coloniales con un grupo de Son Cubano en directo.
Nos hemos bañado en una cascada mientras diluviaba, dormido en una hamaca en una terraza maravillosa, llegado en lancha hasta una playa desierta azul turquesa, montado en carritos y voladas (taxis compartidos y autobuses), recogido conchas en la playa, regateado para comprar un sombrero.
Nos hemos quemado al sol por completo después de un largo paseo por la orilla del mar del Caribe, hablado sobre Haití y sobre Dominicana con dominicanos y haitianos, visitado el Museo Antropológico lleno de maravillas de la cultura Taina y barbaridades de los Españoles, leído en voz alta durante los viajes en coche la historia de la isla, disfrutando nuestras novelas bajo la sombra de las palmeras, paseado por el barrio colonial, probado los rones de diferentes años, hablado de los viajes que hemos hecho y los que queremos hacer...
Hemos improvisado. Hemos reído. Hemos conocido. Hemos viajado.