DOÑA VERO

Aquí la gente usa el vos y el usted, nunca el tú, y ponen el Don y el Doña por doquier, con respeto y confianza; así paso el día con Don Antonio o Don Gilberto y tengo reuniones con Doña Margarita y Doña Iriana. Como antiguamente sucedía en España, el título es muy importante y con normalidad antecede al nombre, uno no pregunta por César el profesor sino por el Profesor Don César.

Los albañiles y maestros de obra me llaman arquitecta, creo que algunos no saben ni mi nombre, al principio me sonaba raro pero ya me he acostumbrado, -arquitecta, ¿cómo amaneció hoy?- (es uno de los saludos habituales en la obra). También he oído como a veces al referirse a mi dicen la patrona, lo cual suena cuanto menos chocante. Mi favorito, el electricista, que me llama la sin fronteras, cuando me ve aparecer siempre grita: -¡ya llegó la sin fronteras!-.

El otro día les pedí que por favor me quitaran el Doña, y que prefiero Vero a Verónica, porque es muy largo, a lo cual una mujer me respondió que no era largo, que aquí se usan nombres mucho más largos sin problema, que su hija era Mariana Lourditas y que todo el mundo la llamaba así. 

Ahora algunos me llaman Doña Vero. El otro día se reían, como la sal, decían.