Después de muchas horas de viaje, durante el último vuelo Doha-Manila, el hombre que se sienta a mi lado me pregunta si voy a Filipinas de vacaciones, le digo que no, que a trabajar. Me pregunta que dónde, le digo que a Batanes. Él y sus otros dos compañeros de fila se vuelven y me miran con ojos de sorpresa: "¡¿Batanes?! eso está muy muy lejos...", me explica. Eran pescadores filipinos que volvían a casa por navidad después de varios meses trabajando en pesqueros en Argentina.
20161215
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