Ayer diluvió, durante dos horas llovió como si no hubiera un mañana. Cuando paró, Nimule se había convertido en la Venecia africana, las cabañas tenían sus pies de barro sumergidos, la esplanada donde juegan al fútbol se había convertido en un inmeso lago, y los cerdos paseaban por la calle con el agua al cuello.
Las pocas construcciones que hay bloquean la salida natural del agua, todo se inunda y algunas casas colpsan. Desde la carretera esta mañana, se podía ver un paisaje de arrozal en los márgenes completamente anegados del Nilo. Hay tanto agua que ni siquiera se pueden sacar los barreños a la calle para recoger la lluvia como otras veces, porque sería como tirarlos al río.
Cuando acabó de llover, volvimos de la oficina al compound. No way, me dice el guarda. Es cierto, no hay camino, la calle ahora es un cauce de aguas aun bravas. Me quito los zapatos me arremango los pantalones y con el agua por la espinilla recorro los 500 metros, descubriendo el placer del barro suave bajo los pies.
Como estuvo nublado todo el día y las baterias de los paneles no cargan bien, a las nueve nos habíamos quedado sin luz y por tanto sin partido Quizá hoy, que juegan antes, podremos ver a la selección.
lo cuentas que parece que estamos tambien bajo la lluvia, todo es tan normal, aunque es una catastrofe. Estamos aqui con inundaciones por todo Levante y Andalucia,zona catastrofica¡¡¡
ResponderEliminary alli salen los cerdos a la calle, se cruza la calle con la riada, y se va uno a casa a ver la tele, ¿es lo normal? a pero si no tenemos luz, bueno ...
Verito, qué cosas cuentas.
ResponderEliminarTe he imaginado andando tranquilamente, con la lluvia por la cara y con un cesto en la cabeza.
Andrés