En Lamu, entramos a un restaurante, la tapia de piedra de coral (típica de la isla) escondía un agradable jardín donde comer pescado fresco. Después de la sobremesa, al salir del jardín, lo que antes era playa ahora era mar, que cubría los primeros escalones de la entrada. La única forma de salir es aceptar el servicios de los pequeños barcos, que cuando la marea sube, llevan a la gente de un punto a otro de la isla.
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